El origen de éste lugar tan insólito se sitúa 90 millones de años atrás, en esa época toda la zona que conforma
la ciudad encantada era
parte del fondo marino del mar de Thetis, característico por sus aguas tranquilas. No fue hasta el final del periódo Cretácico que el mar desapareció junto con su lecho marino, dejando al descubierto la superficie del fondo. El resultado de la erosión marina, el viento y el hielo han hecho que esta zona sea todo
un espectáculo para los ojos de los visitantes.
Para poder disfrutar de este secreto tan bien guardado en Cuenca será necesario hacer un pequeño recorrido por la montaña. Esta ruta tiene una longitud aproximada de
3 kilómetros, en los cuales el camino está bien señalizado por lo que no se debe tener miedo a perderse por la montaña. A lo largo de la ruta señalizada se podrá disfrutar de las
diferentes formaciones rocosas, las cuales pueden recordar a distintos objetos y seres vivos como son las tortugas, barcos, focas o incluso un perro.
El sendero de la Ciudad encantada
no es realmente exigente pero siempre es aconsejable comprobar el desnivel y el tipo de ruta antes de realizarla para evitar posibles lesiones indeseadas, no obstante se podría decir que estamos ante una ruta apta
para todos los públicos.
Cómo se puede comprobar, estamos ante uno de los pequeños rincones de España que son necesarios contemplar en primera persona, estamos hablando de un paraje natural privilegiado en el cual se puede apreciar y aprender cómo afecta la erosión natural en la superficie terrestre.